La paella de mamá
Todos los domingos los Sabater nos reunimos en casa de mis padres a eso de la una y media.
Mi madre siempre hace paella para comer. La mayoría de las veces de pollo, pero también las hace de marisco y a veces de bacalao y col. Otras de verduras, pero yo no soy demasiado fan de lo verde.
Pero siempre la paella está buena. Alguna vez le ha salido un poco "sentidita", quizá el arroz se le pasa trágicamente -una de cada cien-, pero siempre está mucho más allá que correcta, porque mi madre siempre le pone algo suyo: su amor.
Evita que el socarrat se pase de la raya, la prueba con una cuchara de madera para que la sal sea la justa, hace guardia para que repose fuera del fuego los reglamentarios cinco minutos, mientras nosotros hacemos tiempo comiendo papas y aceitunas.
Ella quiere hacerla para que nosotros disfrutemos, y una parte importante de su felicidad reside en vernos comer a gusto. Y en vernos a todos juntos los domingos.
Mi madre siempre hace paella para comer. La mayoría de las veces de pollo, pero también las hace de marisco y a veces de bacalao y col. Otras de verduras, pero yo no soy demasiado fan de lo verde.
Pero siempre la paella está buena. Alguna vez le ha salido un poco "sentidita", quizá el arroz se le pasa trágicamente -una de cada cien-, pero siempre está mucho más allá que correcta, porque mi madre siempre le pone algo suyo: su amor.
Evita que el socarrat se pase de la raya, la prueba con una cuchara de madera para que la sal sea la justa, hace guardia para que repose fuera del fuego los reglamentarios cinco minutos, mientras nosotros hacemos tiempo comiendo papas y aceitunas.
Ella quiere hacerla para que nosotros disfrutemos, y una parte importante de su felicidad reside en vernos comer a gusto. Y en vernos a todos juntos los domingos.