Reciclaje



Encima de la mesa del Sr. Productor, mis ojos aterrizan sobre un curículum de los muchos que llegan a ese despacho a diario. Un nombre que me suena. Que reconzo claramente.

Su currículum va acompañado de un proyecto. Una sit-com que escribí yo con ella a cuatro manos y que ahora se dedica a pasear alegremente por las productoras como si la hubiera parido ella sola por gracia divina. Mi nombre no aparece por ninguna parte. Borrado del mapa.

Ojeo el proyecto y reconozco frases exactas, situaciones, personajes, nombres que aporté yo. Me hierve la sangre.

-¿Sabes quién es esta tía?- le pregunto al Sr. Productor con el proyecto entre las manos.
-No sé, César...me llegan muchas cosas todos los días...
-Es una tía bastante chunga- la frase suena con la fuerza planetaria que da la verdad.

El sr. Productor me mira a los ojos y sonríe con esa confianza abisal que a veces me recuerda a mi padre.

-Tíralo a la basura -ha dicho-.

Y así lo he hecho, a un contenedor de reciclaje. Meter esos folios por la rendija ha sido como metérsela a Beyonce, rozando el cielo por unos segundos.

Y como trofeo me he quedado con la funda que envolvía el proyecto, que tiene su aquel y es reutilizable.
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