El incidente de los espaguetis


Somos súper machotes. En serio.

Yo iba a sexto de EGB y uno de mis compañeros de pupitre trajo a clase el último disco que se había mercado. En la portada, cuatro tías maquilladas como puertas. Pero no, no eran mujeres. Eran los Motley Crüe, el grupo heavy de laca, colorete y rimel. Pese a aquel glam mal entendido, ellos eran unos auténticos machotes, unos cubre hembras de pro que durante los ochenta tuvieron sexo con más chicas que yo y mis colegas tendremos a lo largo de toda nuestra vida. Y no me vengas de listo, lector: mucho más que tú y tus amiguetes también.

Era 1985 y el grupo estaba en lo más alto. Y las groupies, esas generosas benefactoras del espíritu primigenio del rock, no les faltaban. Durante una de sus giras y cansados de yacer con varias tías al día los miembros de Motley Crüe decidieron apostarse algo: ver quién aguantaba más sin ducharse y, por supuesto, seguir manteniendo sexo con cuántas más, mejor.

Los días pasaron y la gira continuaba. Más de dos días sin ducharse puede llevar a algún olor desagradable, pero dos semanas seguro que tiran para atrás a cualquier hombre civilizado o a cualquier ninfómana. Así, catorce días tras el inicio de la apuesta, una de las groupies se encerraba con el batería de la banda en su camerino. La chica acababa de cenar espaguetis. Él sonrió mientras ella se arrodillaba y comenzaba a bajarle la cremallera. A la chica le vino una arcada y el resto de la historia la hizo famosa Gun’s and Roses en un disco más bien regular:

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